Powered By Blogger

viernes, 28 de diciembre de 2012

BESOS


Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria.
Hay besos que se dan con la mirada.
Hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles.
Hay besos enigmáticos, sinceros.
Hay besos que se dan sólo las almas.
Hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos.
Hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado.
Hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios,
que palpitan en íntimos anhelos.
Hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros.
Hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores.
En las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca.
Tú los conoces bien: son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado.
Besos de tempestad, salvajes besos
que sólo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaronse de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.
                 
Gabriela Mistral

miércoles, 26 de diciembre de 2012

DESCONTRUÇOES


Quando a gente conhece uma pessoa, construímos uma imagem dela. A imagem tem a ver com as nossas expectativas e mais ainda com o que ela vende de si mesma.
É pelo resultado disso tudo que nos apaixonamos. Se a pessoa for parecida com a imagem que projetou em nós, desfazer-se dela, mais tarde, não será tão penoso. Restará a saudade, talvez uma pequena mágoa, mas nada que resista por muito tempo. No final, sobreviverão as boas lembranças.
Mas se esta pessoa inventou um personagem e você acreditou, virá um processo mais lento: a de desconstrução daquilo que você achou que era real.
Desconstruindo Ana, desconstruindo Marcos, desconstruindo Carla. Milhares de pessoas vivem seus dias aparentemente numa boa, mas por dentro estão desconstruindo ilusões. Tudo porque se apaixonaram por uma fraude, não por alguém autêntico.
Ok! É natural que, numa aproximação, a gente venda mais nossas qualidades que defeitos. Ninguém vai iniciar uma história dizendo: muito prazer, eu sou arrogante, preguiçoso e cleptomaníaco. Nada disso, é a hora de fazer charme.
Uma vez o romance engatado, aí as defesas são postas de lado e a gente mostra quem realmente é, nossas gracinhas, manias e imperfeições. Isso se formos honestos. Os desonestos são aqueles que fabricam ideias e atitudes, até que um dia cansam da brincadeira, deixam cair a máscara e o outro fica ali, sem entender absolutamente nada.
Quem se apaixonou por uma mentira, tem que desconstruí-la para desapaixonar. É um sufoco. Exige que você reconheça que foi seduzido por uma fantasia, que você é capaz de se deixar confundir, que o seu desejo é mais forte do que sua astúcia. Significa encarar que alguém por quem você dedicou um sentimento bacana não chegou a existir, que tudo não passou de uma representação. Talvez até não tenha sido por mal, pode ser que esta pessoa nem conheça a si mesma, por isso ela se inventa.
Sorte quando a gente sabe com quem está lidando: mesmo que venha a desamá-lo um dia, tudo o que foi construído se manterá de pé. Afinal, todos, resistimos muito a aceitar que alguém que gostamos não é, e nem nunca foi, ESPECIAL.

Para bom entendedor um pingo é chuva

                                                                         (Martha Medeiros)

DEMOLICIONES

Cuando conocemos a uma persona, construímos uma imágen de ella. La imágen tiene que ver con nuestras expectativas y, más aún, con lo que ella vende de sí misma.
Es por el resultado de todo ello que nos apasionamos. Si esa persona fuera parecida a la imagen que proyectó en nosotros, deshacerse de ella más tarde, no será tan penoso. Quedará la nostalgia, tal vez un pequeño dolor, pero nada que resista por mucho tiempo. Al final sobrevivirán los buenos recuerdos.
Pero si esta persona inventó un personaje, vendrá un proceso más lento: la demolición de aquello que pensaste que era real.
Demoliendo a Ana, demoliendo a Marcos, demoliendo a Carla. Millares de personas viven sus días aparentemente  felices, pero por dentro están destruyendo ilusiones. Todo porque se apasionaron por un fraude, no por alguien auténtico.
Ok! Es natural que, al comienzo, uno venda más nuestras cualidades que nuestros defectos. Nadie va a iniciar una historia diciendo; Mucho gusto, soy arrogante, prejuicioso y cleptómano. Nada de eso, es la hora de mostrar nuestros encantos.
Una vez que el romance avanzó, ahí las defensas son puestas de lado y uno muestra quien es realmente, nuestros defectos e imperfecciones. Eso si somos honestos. Los deshonestos son aquellos que fabrican ideas y actitudes, hasta que un día se cansan del juego, dejan caer la máscara y el otro queda ahí, sin entender absolutamente nada.
Quien se enamoró de una mentira, tiene que destruirla para desenamorarse. Y uno pierde el aire. Exige que uno reconozca que fue seducido por una fantasía, que uno es capaz de dejarse confundir, que tu deseo es más fuerte que la astucia. Significa  descubrir que alguien a  quien le brindaste un sentimiento noble, en realidad,  nunca existió. Tal vez ni siquiera con mala intención, es probable que esa persona ni se conozca a sí misma, y por eso inventa un personaje.
Es bueno cuando uno sabe con quién está lidiando: aunque un día deje de amarlo, todo lo que fue construido se mantendrá en pie.
Al final, todos nos resistimos a pensar que alguien a quien quisimos no es, ni nunca fue, ALGUIEN ESPECIAL.
 Para un buen entendedor, una gota es lluvia.


(Martha Medeiros)