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jueves, 25 de octubre de 2012

ILUSIÓN

Al fin y al cabo… que era lo que él esperaba?.
Apenas caminar por la calle tomados de la mano. El brillo en los ojos, la respiración agitada, el corazón latiendo casi, casi hasta ser visible para el resto de la gente.
No era tanto después de todo. Simplemente esa desesperación por regresar a casa, encontrarla y oírla decir “te extrañé!”
Y el beso suave, la caricia en su pelo y el brillo de su mirada iluminándolo todo.
Compartir una cena. El abrazo en el cine. Susurrarse al oído. Apenas eso. Tan simple como eso. Tan poco y tanto como eso.
Y sin embargo, cada mañana se vestía, se miraba al espejo y veía su rostro cansado, denotando el paso de los años pero, más triste aún, el vacío cotidiano. La alegría ausente, los sueños incumplidos y la vida escabulléndose día a día…
Como cada mañana, arrancó la hoja del calendario que colgaba de la cocina, se colocó la máscara del payaso propio y ajeno, y salió a la calle, dejando sus sueños enterrados como esa planta que nunca florecía, pese a todos sus esfuerzos y cuidados.

A Marcelo L.

LA OTRA

Soy la que no tiene rostro ni cuerpo. Tu peor pesadilla.
La que te desvela por las noches al sentirme
En tu cama como una sombra perfumada y cálida,
Entre el hombre que amas y tu cuerpo.

Soy la que transforma en amargo el pan que comes,
Y le pone lágrimas y vergüenza al agua que tu sed calma.
Soy la que buscas entre quienes lo contemplan,
Y me adivinas oculta entre aquellas que le sonríen.

Soy la que te despoja de sus besos más profundos
Y retienen contra su piel sus más ardientes caricias.
Soy la que, contra viento y marea, y a pesar de todos,
Ocupa un lugar en su vida y le roba sus mejores momentos.

Soy la que escucha sus palabras de amor,
La última en la que piensa antes de cerrar sus ojos.
Soy la otra. La sin nombre.
La que niegas aunque sabes que está.

Mónica Ovejero