Powered By Blogger

martes, 25 de febrero de 2014

AGOTAR A LAS PERSONAS


Una persona se agota cuando la consideramos un recurso o un espejo. Se agota cuando nos aferramos, cuando compramos su libertad a cambio...de amor. Se agota cuando se cansa de cargar con nuestras expectativas, cuando se harta de simular para caber en su rol, cuando ya no puede ser espontánea con nosotros porque está tratando de acomodarse.

Agotamos cuando nuestro amor o nuestro odio es intenso pero mezquino, cuando ese amor o ese odio quiere “todas las perdices”, no se contenta con la única perdiz, la necesaria y la suficiente. Pasa que abusamos de la gente, eso es agotarlos. Agotamos a una persona cuando la tenemos prisionera de un afecto, cuando especulamos, cuando usamos la lógica del comerciante, cuando llevamos una libreta donde apuntamos todas sus faltas y luego vamos, como infames recaudadores, a cobrárselas. Agotamos si celamos, pero también si descuidamos al otro.

Agotamos a una persona querida cuando nuestro querer está repleto de exigencias, cuando hemos hecho contratos, cuando estamos llenos de promesas incumplidas y cuando la volvemos a atar a una nueva promesa. Agotamos cuando lo que amamos en el otro es el amor que nos tiene. Una persona se agota si nosotros, como parte de su historia personal, le infringimos cautiverio, la arrinconamos a su pasado, no la dejamos ser por nuestros prejuicios, creemos saber todo de ella y la damos por sentada, despreciamos sus intentos de cambio.

Un guerrero si ama, no agota a su amado. Porque trata siempre de tener ojos nuevos para la relación, porque hace que fluya creativamente, porque hace ofrendas y no exige, ni corrige, ni tolera, ni simula, ni amenaza. Un guerrero cuando ama se da, pero no da lo que no puede, lo que es ilegítimo mantener como propio en una relación de poder: SU LIBERTAD.

Diego Galo Ulloa

APRENDI QUE...

Aprendí que la memoria no borra, esconde.
Aprendí que el tiempo no cierra, pero ayuda a sanar. Aprendí a no ser vulnerable cuando dejaste de llamar. Aprendí a escuchar cuando oí tu silencio.
... Aprendí a pedir perdón cuándo me dí cuenta del error. Aprendí a levantar la cabeza cuando sentí rabia y aprendí a llorar cuándo me dí cuenta de que no valió la pena.
Aprendí a recordar cuándo entendí que todo vale la pena. Aprendí que se puede amar eternamente y aprendí que si compito contra el tiempo, siempre pierdo.
Aprendí que hay que rodear y llegar al otro lado para darse cuenta de que siempre es lo mismo.
Aprendí que el amor no tiene...la fuerza que imaginé.
Aprendí que nunca conocemos a una persona de verdad.
Aprendí que el nunca más, nunca se cumple y que el para siempre, siempre termina. Aprendí que el que quiere puede y lo consigue.
Aprendí que a veces el que arriesga no pierde nada y que perdiendo también se gana. Aprendí que simplemente, tengo todo para ser feliz, solo debo elegir bien...