Hacía mucho que no entraba a ese cuarto. Aquel donde tantas noches nuestros cuerpos se buscaban con un hambre casi adolescente.
Mis ojos recorrían todos los rincones, procurando encontrarte. O encontrar, al menos, tu perfume en el aire, aquel que me embriagaba cuando estaba entre tus brazos.Y escondida allí, bajo la cama, encontré la pequeña caja de recuerdos, esa que era tuya y mía. Pequeñas cosas que forjaron nuestra historia.
Retacitos
apenas...
La tomé con cuidado, casi acariciándola y, al abrir la tapa, se volaron cual
palomas, los besos que nos dimos, se soltaron de golpe nuestras manos, se
enfriaron los abrazos, se callaron los susurros de palabras de pasión encendida.
Cuando abrí nuestra cajita, se fueron apagando las canciones en que nos
veíamos reflejados.
Ya no queda nada.
El tiempo, cruel e implacable, fue borrando las palabras con que fuimos
tejiendo noche a noche nuestra historia. Palabras dulces o llenas de fuego...ya
no importa!
Todo acabó, todo...
Sólo la brisa traerá tu nombre a mí ventana y dibujará tu imagen, allá, a lo
lejos.
Sólo en la noche, al quedar en sombras, sentirás de nuevo cuando yo fui
tuya.