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miércoles, 5 de junio de 2013

QUIEREME


Agua del arroyo blanco,
Agua pa saciar mis labios,
Agua de tu primavera, de mi zalamera pa mi corazón
Eres para mí como agua clara,
Que corre hacia mi corazón como un río
Que nada y que muere en el fondo del mar.
Eres para mí como la luna, desnuda ante la noche.
Guiando mis pasos hasta el amanecer. Siempre para mi eres lo primero.
Aunque falte el dinero te quiero.
Yo sin oro ni plata te espero hasta el atardecer.
Tú serás la calma y el consuelo y el aire que me falta algunas veces
Agua del arroyo blanco
Agua pa saciar mi sed.
Quiéreme,
Como se quiere por primera vez, quiéreme
Quiéreme,
Para los restos de la vida
Y quiéreme
Como se que tú lo hacías
Y quiéreme de noche, quiéreme de dia,
Quiéreme
Como se quiere por primera vez, quiéreme
Quiéreme para los restos de la vida.
Quédate que mi alma es una bulería.

Agua del arroyo blanco,
Agua pa saciar mis labios, agua de tu primavera,
De mi zalamera pa mi corazón.
Te susurraré mil veces al oído que jamás buscaré nada fuera de ti
Jamás besaré como te beso a ti, créeme.
Créeme porque es tan cierto lo que digo como lo es el sentimiento de un suspiro
Como el frío que siente tu piel,
Sin abrigo, sin besos, sin sed.
Quiéreme...
Pero déjate llevar
Por el sueño que una vez vivimos, que una vez te di.
Quiéreme,
Como se quiere por primera vez, quiéreme
Quiéreme
Para los restos de la vida
Quiéreme
Como se que tu lo hacías
Y quiéreme de noche quiéreme de día
Porque te querré
Aunque te cueste sonreír, amor te querré
Te daré
A puñaditos las caricias.
Quédate que mi alma es una bulería

LLUVIA



Desde la ventana del viejo café
percibo como cae la lluvia

y a la gente que corre en busca de un abrigo.
Me pregunto dónde podré ocultar mi alma

para que no la aprese la tristeza.

 
Conservo mis ojos bajos y una sonrisa helada

se dibuja en mis labios impasibles.
Mis labios que besaban delirantes

cada parte de tu cuerpo hasta sentir,
que éramos los dos uno de tan ceñidos.

 
Tus largos y mágicos dedos, tan hechiceros,

delirantes de milagros sobre mi piel desnuda,
tiemblan impacientes sobre la pequeña mesa,

temerosos del huracán de mis reproches.

 
Una suave melodía nos envuelve,
el dolor es una espada cruel que me traspasa.

Pero orgullosa me presento ante ti,
sin demostrar el dolor que me rompo en pedazos.

 
Tratas de decirme de muchas formas,

el porque me estás dejando.
Me dices con apenas un susurro

que no alcanzó mi entrega,

para ser pon tu amor distinguida.

 
¡Ay!!...quisiera correr y dejarte atrás,

gritar como una delirante
arrancarme el cabello y desgarrar mis ropas.

Pero...¿para qué hacerlo?
Sólo él que amó alguna vez intuiría mi pena.

 
Alzo los ojos buscando en los tuyos

el dulce amor que antes veía.
En el reflejo frenético de tu mirada,

se dibuja mansa la soledad
La lluvia cae y mi alma se estremece...

 
                                                                                 Mónica Ovejero, mi amiga querida