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viernes, 31 de agosto de 2012

LA SOMBRA

Ella hibernaba la ilusión de una vida.
La piel marchita, la boca seca.
El corazón fingía latir al compás del fantasma del tiempo.
Triste caricatura de calma felicidad.
Triste, agotadoramente triste...
Va y viene por la casa con el llanto callado,
Internamente quemante, desesperadamente ahogado.
Que nadie sepa...
Que nadie sepa que ella murió, aunque siga en pie.
Días iguales, uno tras otro,
días iguales...
Y el cuerpo se arrastra y lo busca por los cuartos
de una casa que no es suya...
Y cierra sus ojos para verlo
y besa su recuerdo, escondido ahí en un pasado
que alguna vez, fue muy parecido a la felicidad.



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