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miércoles, 18 de noviembre de 2020

MUERTE EN SEPTIEMBRE

 Llueve y es septiembre.

Porque será que siempre me duele tanto septiembre?

"Estás enojada?". No...

"Estás enojada?", repetís una y otra vez.

No estoy enojada. Apenas con tristeza y dolor. Un dolor que me recorre desgarrando mis fibras más profundas.

Y aprieto mis labios en una mueca que pretende ser sonrisa, para que no lo sepas.

Es septiembre de nuevo. El mes de las flores y, en mí vida, el mes de las espinas.

Sigo aquí, sentada frente a vos, oyéndote a lo lejos.

Sólo esas palabras taladrando mí cabeza. Y vos, esperando que mí respuesta te libere. Y yo, tratando de que creas que todo está bien.

Y septiembre se vuelve, otra vez, el mes de mí agonía, de la muerte lenta, lenta...

Yo sé (siempre sabemos las mujeres), que tus palabras susurran en otros oídos, las mismas palabras que antes eran nuestras. Y ahora, yo recibo las palabras hirientes, el desapego, la ausencia...

No era preciso que pusieras en palabras tus "hasta aquí": siempre elogiaste mí inteligencia. Y, el fuego que antes nos abrasaba, ahora se ha convertido en hielo. O en tibieza, o en pena, no sé. Cualquiera de ellas duele.

Yo merezco tanto como tenía. No quiero menos, por eso, aunque me sienta vacía por dentro, finjo calma y sonrío.

 Y quedé aquí, cuando te fuiste, con mis lágrimas camufladas de lluvia.

 



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