Para que me sientas cerca decidí alejarme.
Es la ausencia la que me aproxima, la que me hace más vívida, la que me corporiza.
Quiero que sientas el susurro de mis palabras no dichas.
Las caricias de mis manos sobre el teclado intentando que las sientas en vos.
Y es en la ausencia donde me vuelvo real para tus ojos.
Faltan las palabras.
Las mías, las que me materializan, las que me ponen casi al alcance de tus manos.
Faltan las tuyas, a veces temerosas, otras desbocadas como corceles, olvidándose por un instante, que querías poner una distancia entre tu mundo y este que nos pertenece.
Falta mi sonrisa, la que comparto con vos algunas veces. Y falta la tuya, cuando intentás descubrir con que disfraz vendré esta noche y adivinándome. No sé cómo, pero adivinándome.
Falta mi tristeza, que alguna vez se escapa, sin que yo lo quiera, pero que también es parte de mí.
Falta la mutua compañía. El jugar a las escondidas. Esa dualidad de querer saber, pero no…
Nos medimos: vemos hasta donde y hasta cuando…Las murallas van cayendo poco a poco.
Te he contado de mí apenas lo que he querido contar. Igual que hiciste conmigo.
Has bajado poco a poco las barreras y vas dejando las miguitas en el camino hasta la puerta entornada, invitándome a ser parte.
Avanzamos dos pasos y retrocedemos uno. No por miedo, por prudencia.
Hoy faltaron tus palabras y las mías…se perdieron en el camino que las llevaba a ese rincón del primer encuentro.
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